Ya era tiempo ya, de que la gente grande de mi pueblo se diera una vuelta por los parajes de nuestro Parque más conocido.
El día 03 de octubre nos decidimos a realizar una visita al
Parque Nacional de Monfrágüe y encararnos con dos de sus rutas más hermosas y divertidas: la subida al Castillo, pasando por el Salto del Gitano y la marcha al Cerro Gimio . Creo que a pesar de la prevista, pero nada agresiva lluvia, los participantes disfrutaron mucho.
La salida de Valencia de Alcántara fue a las 6:30 de la mañana del sitio de costumbre (dolmen del Parque de España) y la participación más que satisfactoria, 27 personas, número adecuado para este tipo de rutas.
Llegamos al Parque a las 8:50 aproximadamente y a las 9:10 nos pusimos en camino hacia el Castillo pasando por la aldea de Villarreal de San Carlos y sus famosos chozos de pastores
El primer tramo de la ruta desde los chozos de Villarreal hasta la fuente del Francés comenzó con la prisa lógica de los que están ilusionados por conocer algo muchas veces planeado y siempre dejado para otra ocasión.
Avanzamos por un tramo de la Cañada Real hasta el río Tajo en el entrono del Puente del Cardenal, en esos días sumergido bajo las aguas.
El hecho de que el Puente no estuviera visible, además de privarnos de disfrutar de su vista, nos obligó a llegar a la Fuente del Francés por la carretera, siendo el único tramo de la actividad en la que pisamos asfalto.
Y ya estamos en...
¡¡¡¡¡ "LA FUENTE DEL FRANCÉS"!!!!!
A partir de este punto y tras echar un traguito de agua fresca y enterarnos del por qué del nombre de la fuente, continuamos camino hacia El Salto del Gitano por la senda del río, a la derecha de la carretera.
Merece la pena hacer este tramo por la tranquilidad que nos da y por el disfrute, si vamos en silencio, del canto de muchos pájaros que se cobijan en esta galería verde.
Ya se divisaba la Peña Falcón lo que nos indicaba la cercanía del mirador del Salto del Gitano desde donde se puede disfrutar de unas espectaculares vistas del río Tajo y de un número impresionante de buitres leonados.
Tras un ratito disfrutando del lugar y tomar un refrigerio, continuamos ruta hacia el Castillo; si queremos, el tramo más durillo de la actividad, aunque se hizo sin problemas a pesar de la rampa y las escaleras que tendremos clavadas en nuestra piernas, por no decir en el alma, durante bastante rato.
A mitad de rampa apareció ante nosotros quien podriamos considerar nuestro aliado para recuperar el fuelle que empezaba a perder aire. Una cierva y su cría nos observaban desde la espesura sin decidirse a escapar, lo que nos dio, además del citado respiro, un momento de especial ternura.
Algún buitre leonado también nos salió a recibir en el último tramo de la subida.
Y ahí están, bonitos, antiguos, históricos y altos, altos, muy altos , los escalones del castillo.
Esta imagen nos da idea de la altura a la que habíamos llegado. Lo dicho, un recinto inexpugnable.
Difícil sería encontrar mejor sitio para disfrutar de un bocado y un rato de charla entre amigos. Tardarán en olvidarse estas imágenes.
Y volvemos al sendero para regresar a Villarreal, esta vez por el Camino de la Umbría, es decir, por el lado izquierdo de la carretera.
Y un último descansito, ya en los chozos de Villarreal, antes de comenzar la última etapa de nuestra visita al Parque.
Ahora nos encaminaremos al Cerro Gimio siguiendo el cauce del arroyo de Malvecino. Saliendo de Villarreal en dirección a Plasencia cogemos el camino que sale a la izquierda y comenzamos a ver estacas con la franja verde, color de la ruta a Cerro Gimio.
Siempre jalonado por puentecillos y pasarelas íbamos cruzando una vez y otra los diferentes y hermosos rincones del Arroyo de Malvecino que nos llevaría a la base del cerro.
Y por fin se hizo presente la tan esperada lluvia. No se equivocó ni un poquito Maldonado. Si bien no fue tan intensa como para frenar la ruta o hacerla desagradable, si imprimió un poco más de velocidad a los caminantes.
Un ratito en la cumbre del cerro disfrutando de las vistas y haciendo fotografías y de vuelta a Villarreal para evitar mojarnos demasiado.
Y comenzamos el regreso. Esta vez por la margen derecha del arroyo.
El Castillo, siempre presente, observa desde su altura nuestro regreso.
Una última rampa, esta vez empedrada, nos conduce al final de la marcha que, entre risas, una cervecita y un poco de patatera, comentamos con satisfacción.
Como siempre, agradecer a Paco Fernández su trabajo como fotógrafo. A Marta, Gabriel. Jesús, Andrés, Miguel Ángel, Ramón, Maribel, Tania, Pepi, Ana, Antonio, Lorenzo, el habernos acompañado. A todos ellos les esperamos en la próxima.